Hoy, en la revista de moda para la que estoy haciendo mis prácticas como periodista, me han dicho:
- A ver, se han quedado tres páginas sin contenido y hay que hacer algo.
- Ya estoy en ello- respondo yo -a ver qué se me ocurre.
Al rato, viene mi redactora jefe y me dice:
-Oye, que ya lo tengo, vas a coger tres tops de los 90 y las vas a comparar con las de ahora, en plan 'esta es sustituta de...'
'Qué papeleta', pienso yo. Por no diferir, no le expreso a mi redactora que es imposible comprar por tres razones evidentes:
- Las comparaciones son odiosas.
- ¡Cómo vas a comparar a las supermodelos de los 90 con las de ahora! Ellas han hecho el mundo de la moda tal y como es hoy -bueno, han contribuido-, en los 90 todo era diferente, no se puede comparar. Además, son perfectas, incomparables, únicas.
- ¡¡¡Sustitutas!!! Eso es imposible, son insustituibles y ¡las tops aún siguen en activo y con fuerza! -por suerte-.
El caso es que me callo, allá ellos con sus decisiones -y mira que a mi me dan vía libre, para hecer y decir lo que quiera, pero hoy, no sé por qué , me callo como una perra-.
Empiezo a cavilar y se me viene de repente la primera 'comparación': Chanel Imán con Naomi Campbell. Bajo mi punto de vista, lo único que tienen en común es el color de piel y que ambas son increíbles, pero a mi redactora y editor les encanta y más ancho que pancho que se quedan los dos, así que nada... para adelante que sigo.
En próximos posts las otras dos comparaciones -'sólo son tres páginas y hay que dejarlas listas rápido, así que con tres comparaciones vamos listos', dijo claramente mi editor-.
LOVE, J.
PD: ¿Pensáis vosotros que estas dos tiene algo que ver?